lunes, 30 de noviembre de 2009

La lluvia y el pecado - 1° parte -

No esperabas encontrar algo así. Olor a leña, a parafina y a algún incienso también. Un colchón y, sobre él, una manta desordenada. Velas alrededor, todavía quedaban algunas encendidas aunque no parecía haber nadie en ese lugar, ¡qué inconsciencia! Un par de almohadones se acomodaban en el piso sin demasiado criterio. Cerca de ellos algunas prendas de vestir descansaban sobre el piso frío.
No había demasiado que pensar. Tu mente se negaba a concebirlo, sin embargo, era evidente que ese lugar había sido testigo de un arrebato de locura. Sentías el pecado en el aire. Aún peor, sabías que ellos, malditos sucios, no podrían haberse ido todavía de su morada. Todavía estaban allí, estabas segura. Tal vez bañándose juntos, viéndose sus cuerpos desnudos, tocándose.
Un escalofrío recorrió tu cuerpo, te estremecía el simple hecho de pensar en esas carnes sin ropa, mordiendo la manzana que condena al infierno.
La lluvia afuera no cesaba y ya no podías salir. A pesar del ambiente pecaminoso, la calidez que te proveía esa pequeña cabaña te atrapaba. Pensaste en sentarte, pero rápidamente aparecieron las dudas, ¿quién sabía por cuántos sitios habrían andado esos dos gérmenes de Satán?, ¿donde habrían rozado esas pieles cargadas de pecados?, ¿quién sabe si no podrías contagiarte alguna enfermedad? Decidiste apoyar tu campera sobre la mesita ratona que estaba bajo la ventana y allí esperaste. Consciente de que aparecerían en algún momento, preparaste tu cabeza para enfrentarlos.

martes, 10 de noviembre de 2009

Camaleónica verdad -autobiografía-

En un atípicamente lluvioso 19 de diciembre del año 1987 nacía yo, una sagitariana de raza con todo lo que eso implica. La astrología es verso, pero no hay persona que conozca a la que no le pregunte su signo zodiacal.
Desde que tengo memoria me encanta disfrazarme, bailar y cantar. Siempre pensé que hay una vedette frustrada durmiendo en algún lugar de mi cuerpo.
Nunca supe bien cómo responder a la pregunta: “¿Qué vas a ser cuando seas grande?”, y creo que todavía no lo sé. Fui desde geóloga hasta locutora, y desde guía de turismo hasta diseñadora de interiores.
Cuando terminé el secundario empecé Diseño Gráfico y después de un mes me cambié a Comunicación Social, carrera que no sé cómo llegó a mi vida y que aún hoy sigo intentando definir. A pesar de haber atravesado algunas crisis académicas todavía estoy acá y más convencida que antes, lo que no mata fortalece, ¿no?
Después de un año de fuertes guerras internas entendí que leer Ohlalá todos los meses no me hace menos persona, y que puedo interesarme por la moda y por los problemas político-sociales con la misma intensidad.
Gracias a mis papás pude viajar bastante este último tiempo. Viví un mes en Londres, visité París, Roma y Barcelona. Mi cabeza no es la misma y mi espíritu tampoco. Miramar, Santa Teresita, Florianópolis, Bahía, Machu Pichu o Madrid; no me importa el lugar, lo que quiero es dejar por un rato la rutina a un lado, cambiar el aire. Me aburro rápido si es todo siempre igual, debe ser por eso que sigo soltera.
Siempre quise saber de todo y poder opinar en las grandes charlas familiares, creo que es esa una de las razones por las que estudio esta carrera. Además de mi fascinación por escribir, claro está. Desde adolescente el papel o el teclado de la computadora fueron mis principales canales de desahogo. Estudio comunicación, pero me cuesta comunicarme si no es por escrito. Hace no demasiado tiempo me di cuenta de que puedo hablar mucho y decir muy poco.
A los 19 empecé terapia, supongo que mi cuaderno me había pedido vacaciones. Un mes atrás fui dada de alta aunque algo me dice que voy a volver en cualquier momento.
Mi ansiedad es muchas veces mi peor enemiga, pero ya aprendí a lidiar con ella. Como buena porteña soy inquieta, no puedo parar un segundo y siempre busco algo nuevo que hacer o aprender. Estudié piano, guitarra, canto, danzas de cualquier género, inglés, portugués, dibujo y pintura. Pienso que eso me hizo la persona que soy, camaleónica y multifacética. Puedo pasar de una tarde entre hombres tomando cerveza a una noche con mis amigas viendo una película romántica sin la menor dificultad. Eso me identifica con la carrera, comunicación es tan diversa como yo.
Tengo dos perros, una tortuga, bastantes amigos, una familia numerosa, una casa en un barrio tranquilo y un cuarto para mi sola en donde paso casi todo el día. No puedo imaginar mi existencia sin el mate, tengo el termo al lado mío en cada momento, aunque a veces me parece que es más por compañía que por la bebida en sí.
Tampoco podría vivir sin música. No me gusta el silencio, excepto en ocasiones. Mi gusto en esta materia es tan amplio como en el resto de las cosas. Gracia a internet tengo las discografías completas de varios artistas y, cuando mi capital me lo permite, trato de comprarme algunos álbumes originales. Siempre tuve la fantasía de tener un departamento lleno de CD´s.
Por alguna razón (por no admitir que fue la llegada de la tele y la computadora a mi cuarto), ya no leo tanto como antes; a veces pienso que tiene que ver con que mi cuota de lectura diaria se cubre lo suficiente con los apuntes de la facultad. De todos modos, aún conservo esa fascinación por las librerías y, de vez en cuando, paso y me compro algún libro por placer.
Trabajo desde los 18 por propia voluntad. Afortunadamente ya hice varias cosas vinculadas con la carrera. Fui redactora en una revista, estuve en agencias de prensa y ahora participo, junto a algunos amigos, en un programa de radio todos los sábados a la tarde, uno de los mejores momentos de mi semana, por cierto. Todas estas tareas, muy distintas entre sí, me permitieron ir vinculándome con la comunicación desde distintas perspectivas y me ayudaron a convencerme de que es esto lo que quiero estudiar.
Así, saltando de un tema al otro como en estas líneas, es como vivo. Mi mente no se queda tranquila un segundo, es tan inquieta como yo. Dudo que exista carrera que me soporte como lo hace esta, que me sorprende día a día y no me deja entregarme al tedio de la organizada y predecible linealidad académica.