“Yo quiero ser un nene de propaganda”, sorprendió Matías a su mamá una aburrida tarde de verano mientras merendaban mirando la tele. “Sí, porque cuando yo abro el postrecito no me pasan las cosas que le pasan a esos nenes”, continuó ante la tierna aunque asombrada mirada de su madre. “Yo quiero que venga el genio y me regale su patineta, que el plato de fideos se agrande, jugar a las escondidas con los perritos de las salchichas… ¿Cuándo me llevás a un casting, má?”
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2 comentarios:
Triste que la magia se haya convertido en la forma de vender. Un gran beso.
Se la acapararon toda entre las publicidades y las grandes productoras de películas.
Beso
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