viernes, 4 de diciembre de 2009

La lluvia y el pecado - 3° parte -

Ahora, seis años más tarde, estabas ahí, sentada en una mesa de madera, con sahumerios consumidos alrededor, esperando quién sabe qué. ¿Por qué habías tenido que reconocer su auto estacionado frente a esa cabaña?, ¿en qué rapto de impulsividad habías considerado que entrar era una buena idea?, ¿qué te había hecho pensar que podías encontrarlo solo y aprovechar para conversar? Estaba con ella, con esa rubia que siempre había sido su amiga, lo sabías, ella con sus shortcitos y sus musculosas lo había seducido. Entendiste a tu mamá, recordaste sus consejos y supiste que tendrías que haberle hecho caso, “los hombres como ese nunca se fijan en chicas “bien”, querida, tenés que buscarte un chico como vos”.
El ruido de unos pasos te devolvió de un golpe a la realidad. Oíste sus voces acercarse. No pensaste, abriste la ventana y saliste. Te quedaste a un costado, mojándote y viendo cómo el chico que más amabas en todo el mundo se reía con otra mujer, la acariciaba, la besaba. Tus lágrimas se mezclaron con la lluvia, no querías ver, pero no podías moverte de ese lugar.
Llegaste tarde y empapada a tu casa, tu padre te abordó apenas cerraste la puerta de entrada, quería explicaciones que no le podías dar. Lo conformaste con frases confusas, algo así como que habías ido a estudiar a la casa de una compañera. Aprovechaste el agua que chorreaba de tu ropa para excusarte, te fuiste a tu dormitorio y cerraste con llave.
No tenías ganas de pensar en las consecuencias que esto podía traerte con tus papás. Mientras vos estabas en tu cama llorando, él estaba disfrutando de una noche romántica con ella. Tal vez estarían, en ese momento, besándose en la misma mesita en la que vos habías estado sentada hasta hace apenas unas horas. Y fue entonces, cuando trajiste esa imagen a tu mente, que te diste cuenta, habías olvidado la campera. Ya nada peor podía sucederte; decidiste hacer un gran esfuerzo por pretender que nada había pasado y poder dormirte. Encontrarías la forma de resolverlo por la mañana, con la cabeza fresca y la razón dominando por sobre la emoción.

No hay comentarios: