viernes, 11 de diciembre de 2009

La ciudad tras bambalinas (2° parte)

Hay un factor fundamental que ayuda a la ciudad a organizar el escenario, a decidir quien recibe las miradas y quien se queda tras el pesado paño rojo: los medios de comunicación. Como lo establece Eliseo Verón, vivimos en una sociedad en vías de mediatización, es decir, gran parte de las prácticas cotidianas no sólo aparecen en los medios sino que se estructuran a partir de ellos. Esto hace que, como plantea Carlos Gamerro en Perdidos en la Ciudad, la ciudad ya no se conozca recorriéndola sino viéndola por televisión, la variedad del recorrido urbano, cuyo equivalente discursivo o textual podía encontrarse antes en la página de un diario, hoy se recrea mejor en el zapping o en un surfeo por la web, reflexiona.
Con todo esto lo que quiero decir es que si explota una bomba en Zimbagüe, para mí y para el resto de los habitantes, esa bomba no explotó si la televisión o la radio no lo contaron. Sin ir más lejos, si un árbol mata a un perro a la vuelta de mi casa y un vecino me lo dice yo dudo de la veracidad del hecho, aunque las dudas no son tantas cuando el que me lo transmite es el conductor del noticiero del mediodía.
Las personas confiamos mucho más en una institución que en una persona. No creemos en el resto de los ciudadanos, ¿será que somos consientes de que la ciudad nos miente?, no lo sé, no estoy segura. Sí estoy segura de que no creemos en la gente, y cuando estamos solos, nos sentimos mejor cuando ese conductor, esa figura detrás de la pantalla de la televisión o del parlante de la radio nos acompaña en la soledad. Nos acompaña y le creemos, más que al que está al lado nuestro.
Afuera, la ciudad está repleta de gente, de música, de movimiento, de ruido; pero nadie ve, nadie siente, nadie escucha; como dice Joaquín Sabina tanto ruido y al final la soledad. Hay tanto que no hay nada, tenemos tanto que no tenemos nada, queremos tanto que no queremos nada. La soledad es la razón principal por la que no vemos a nuestro alrededor, el motivo por el que vivimos concentrados en nuestros problemas y no miramos más allá. Corremos por las calles para llegar a nuestros hogares, escapamos del ruido de los autos, de las charlas ajenas o de las publicidades, queremos “estar solos”, “tranquilidad”, aunque nunca supe exactamente a qué llamamos “tranquilidad”, porque finalmente cuando alcanzamos nuestros sillones prendemos la televisión, y volvemos a llenar de ruido el ambiente.
En una escena de la película Nueve Reinas Marcos, Ricardo Darín, le explica a Juan, Gastón Pauls, por qué los “chorros comunes son aprovechadores de descuidos”, allí se ven las actitudes indiferentes de la gente hacia las distintas cosas que pueden existir o suceder alrededor de ellos. Mientras Marcos habla se suceden una serie de imágenes en las que se observan diferentes personas caminando por el centro de Buenos Aires y cada uno de ellos está atendiendo a sus cosas, acomodando papeles, hablando por celular, nadie mira “más allá de sus narices”. En la foto de Rafael Calviño que ilustra este ensayo se puede ver esto mismo, personas caminando solas por la calle sin atender a lo que pasa a su alrededor, van hacia su destino final viendo únicamente lo evidente, lo que la ciudad les pone en frente.

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